Bienvenidos a una nueva experiencia académica

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En los últimos siete años, mi trabajo siempre estuvo relacionado con las tecnologías digitales. No participando de su creación, sino estudiando los efectos que estas producen o podrían producir en las personas. Durante este tiempo, viajé a decenas de países a capacitarme, compartí con expertas y expertos de todo el mundo, y en general fui un testigo privilegiado de los cambios, cada vez más vertiginosos, que se producen a partir de las disrupciones tecnológicas de nuestro tiempo.

Toda esa experiencia, que me permitió durante muchos años liderar diferentes investigaciones, campañas de incidencia y litigio junto con amigos y colegas maravillosos, vino con un precio: el agotamiento (físico y mental) y una sensación permanente de frustración. Vivimos en un país que consume tecnología, pero que casi no la produce. Tenemos autoridades que quieren regularla (de todas las formas posibles), pero no la entienden. Hay personas que la utilizan para causar daño, a otros y a sí mismos.

Reflexionamos muy poco sobre la tecnología, pero usamos cada vez más y más porque el suministro parece infinito. No solo en el Perú, sino en el mundo entero. Luego, cuando llegan las consecuencias, nuestros líderes se toman la cabeza y no saben qué hacer. ¿Cómo lidiar con los niños adictos a los smartphones? ¿Cómo explicarle a una persona de un caserío que ahora el gobierno solo atiende por Internet? ¿Cómo indemnizar a quien fue encarcelado por error debido a un algoritmo racista?

Durante mucho tiempo me pregunté qué más podía hacerse para cambiar esta situación. Cuando me hablaron por primera vez del Instituto, me pareció una idea genial, pero al mismo tiempo una apuesta arriesgada pues requería un esfuerzo enorme para poder llevarse a cabo con éxito. Hacer investigación seria sobre cualquier tema en este país ya es bastante difícil; se requiere la capacidad, los recursos, el tiempo y el compromiso de un grupo humano. Investigar además un tema tan complejo como lo son cualquiera de las tecnologías digitales modernas es básicamente una locura.

Pero no una locura imposible. A lo largo de todos estos años aprendí que, además de tener conocimientos y disposición, lo que hace la diferencia en cualquier proyecto es tener pasión y contar con un equipo. Puede sonar cliché, pero si no te apasiona algo, es solo un trabajo, algo que haces porque tienes que hacerlo. Si te apasiona, sigue siendo trabajo pero es también parte de lo que eres, de tu vida. A pesar de las decepciones, de las derrotas y de los tragos amargos, en estos siete años me sentí vivo y fui feliz haciendo lo que me gusta. ¡Y además lo hice en compañía de amigos y colegas!

Acepté unirme al Instituto en febrero de este año buscando crear una experiencia similar para la comunidad de la Universidad La Salle y para cualquier persona interesada en unirse a este proyecto. También para contribuir a despertar el interés y formar a nuevos líderes que, desde sus propios campos, puedan continuar esta misión tan urgente y necesaria que es pensar la tecnología. A continuación quiero hablarles un poco de lo que les espera a quienes postularon en nuestra primera Convocatoria 2021-I:

El Instituto tiene un Plan de Trabajo Anual con varias metas. Las principales son: constituir grupos de seguimiento temático, realizar investigación (pequeña y grande) y organizar eventos. Si bien yo lideraré gran parte de los procesos al interior de la organización, casi todos ellos se han pensado para construirse colaborativamente. Para facilitar nuestro trabajo usaremos varias herramientas de gestión de equipos como Telegram, Notion y Slack. Si no saben usarlas, tranquilos, que nosotros les enseñaremos.

Una de nuestras primeras actividades será votar por 5-6 temas que queramos priorizar durante este año (ver Líneas de investigación). También formaremos pequeños equipos para cubrir tareas cotidianas como: redacción, diseño, búsqueda de fondos, organización de eventos, contacto interinstitucional, entre otros. Finalmente, identificaremos aquellas capacidades y conocimiento que los miembros quieren o necesitan y organizaremos charlas, seminarios y webinars (internos y también de acceso público) sobre todo tipo de temas.

Además de ello, creo que es indispensable sumar fuerzas con el ecosistema investigador del resto del país y de la región. Decía antes que ante las consecuencias del uso indiscriminado de las tecnologías, los líderes no saben qué hacer. Bueno, a veces aún sin saber, proponen cosas, aquí en Perú pero también en Argentina, Colombia, México. Si bien hace unos años este tipo de propuestas no eran muchas, hoy en día se han incrementando exponencialmente y es urgente que estas propuestas estén mejor informadas. Por ello firmaremos convenios, estableceremos alianzas y buscaremos crear una gran Red de organizaciones de todo tipo que trabajen en estos temas.

Con estos esfuerzos, el Instituto busca ser lo que en otros países han llegado a ser el Centro de Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información (CELE), el Centro de Estudios en Tecnología y Sociedad (CETyS) o el Centro Latam Digital. Todos ellos son espacios académicos que surgieron en Latinoamérica para intentar cerrar brechas de conocimiento sobre el impacto de las tecnologías digitales; desde las plataformas sociales hasta la inteligencia artificial.

Finalmente, para quienes resulten elegidos en esta primera Convocatoria 2021-I y se vayan a unir durante este mes, así como los que lo hagan en el futuro me gustaría decirles que, además de ver al Instituto como un espacio de aprendizaje y crecimiento profesional, lo vean también como una oportunidad para conocer nuevas personas, hacer amigos y ampliar su visión de lo que les gustaría hacer en el futuro. Esta debería ser una experiencia académica diferente de lo que se ha visto hasta ahora. ¡Hagámosla juntos!

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Resultados de la Convocatoria 2021-1